Por: Zadys Santos Rodríguez
Idalmis Osiris Pérez Cabeza
Idalmis Osiris Pérez Cabeza
El mundo vive hoy una profunda crisis
donde cada vez se hace más visible la diferencia entre países ricos y
pobres, la aplicación de modelos de desarrollo que proporcionan
ganancias y beneficios para unos pocos y la pobreza para la mayoría, de
hecho estos modelos no tienen como fin desarrollar la cultura, ya que en
esencia su pensamiento y proyectos no se centran en el desarrollo
integral del hombre.
Cuba no está exenta de la influencia de esta crisis, agravada aún más, a partir del derrumbe de los países socialistas de Europa Oriental, lo que ha acentuado la necesidad de buscar fórmulas y vías que posibiliten el desarrollo político, económico y social del país a partir de potenciar la participación social en los diferentes espacios de la sociedad.
El tema de la cultura ha estado siempre en el centro de la práctica cotidiana del ser humano y en el debate de las distintas corrientes de pensamiento que han existido a lo largo de la historia de la humanidad, ya que ella juega un papel importante en el desarrollo, político, económico y social de cualquier país.
Una máxima de la dirección de nuestro país, es la voluntad de salvar la Cultura como estrategia encaminada a salvar la Revolución, frente a las tendencias globalizadoras que se presentan hoy en el mundo, de hecho se hace necesario desarrollar las diferentes potencialidades culturales en las comunidades debido a las dificultades en los modelos convencionales de desarrollo cultural dependientes de los servicios y recursos ajenos a la comunidad.
Especial responsabilidad recae en los que poseen altos niveles de instrucción y cultura, quienes serán los máximos promotores en la reflexión y orientación de acciones que impliquen el mejoramiento humano a través de procesos educativos participativos que permitan superar las concepciones tradicionales del trabajo sociocultural.
Se precisa una comprensión por parte de los gestores culturales, fundamentalmente de los promotores, de lo que implica el trabajo sociocultural y su promoción en los diferentes espacios, reflexiones en este sentido los pondrá en mejores condiciones para desempeñar las funciones que hoy se requieren para contribuir al desarrollo sociocultural.
Este trabajo tiene como objetivo realizar algunas reflexiones sobre la necesidad de superación de los promotores culturales enfocada fundamentalmente hacia la promoción de la cultura y las manifestaciones artísticas como una de las prioridades de la política cultural cubana.
Cuba no está exenta de la influencia de esta crisis, agravada aún más, a partir del derrumbe de los países socialistas de Europa Oriental, lo que ha acentuado la necesidad de buscar fórmulas y vías que posibiliten el desarrollo político, económico y social del país a partir de potenciar la participación social en los diferentes espacios de la sociedad.
El tema de la cultura ha estado siempre en el centro de la práctica cotidiana del ser humano y en el debate de las distintas corrientes de pensamiento que han existido a lo largo de la historia de la humanidad, ya que ella juega un papel importante en el desarrollo, político, económico y social de cualquier país.
Una máxima de la dirección de nuestro país, es la voluntad de salvar la Cultura como estrategia encaminada a salvar la Revolución, frente a las tendencias globalizadoras que se presentan hoy en el mundo, de hecho se hace necesario desarrollar las diferentes potencialidades culturales en las comunidades debido a las dificultades en los modelos convencionales de desarrollo cultural dependientes de los servicios y recursos ajenos a la comunidad.
Especial responsabilidad recae en los que poseen altos niveles de instrucción y cultura, quienes serán los máximos promotores en la reflexión y orientación de acciones que impliquen el mejoramiento humano a través de procesos educativos participativos que permitan superar las concepciones tradicionales del trabajo sociocultural.
Se precisa una comprensión por parte de los gestores culturales, fundamentalmente de los promotores, de lo que implica el trabajo sociocultural y su promoción en los diferentes espacios, reflexiones en este sentido los pondrá en mejores condiciones para desempeñar las funciones que hoy se requieren para contribuir al desarrollo sociocultural.
Este trabajo tiene como objetivo realizar algunas reflexiones sobre la necesidad de superación de los promotores culturales enfocada fundamentalmente hacia la promoción de la cultura y las manifestaciones artísticas como una de las prioridades de la política cultural cubana.
Proyección social de la Cultura.
No es posible la acción transformadora del hombre sin tener en cuenta la cultura, ella es un elemento clave para el desarrollo de la actividad comunitaria, es vital tenerla en cuenta a la hora de emprender cualquier estudio social. La cultura como proceso de apropiación y creación de la realidad, tiene en el hombre su principal resultado. Es algo específicamente humano, que se adquiere por herencia y creación dentro de un marco referencial determinado. (Colombres, 1992:16). Constituye el proceso de creación del hombre y de la sociedad. Es imposible el hombre y la sociedad al margen de la cultura. La cultura no es solamente “producto de la actividad”, sino “modo de actividad”. (Guadarrama, 1990:36)
Resulta necesario dejar de interpretar la cultura como un producto acabado, como la acumulación del patrimonio histórico, el conjunto de saberes y conocimientos y comenzar a comprenderla como un proceso, clave para penetrar en los problemas, y las contradicciones de la sociedad. El desarrollo del hombre implica la apropiación de la cultura a través del proceso de creación y transformación de la realidad. La cultura transforma al hombre al esclarecerlo, su carácter civilizador tiene como consecuencia una vida más intensa y más plena.
Asumimos la cultura como el conjunto de valores materiales y espirituales creados y acumulados por el hombre en el proceso de su práctica histórico social y la apropiación por éste del mundo que lo rodea. Tomando el hecho cultural como la construcción social que envuelve la organización, la vida y las interacciones de los grupos humanos y las sociedades en que se inscriben. Responde a un sistema complejo de relaciones productivas y humanas en general. Por ello la cultura posee un espectro amplio que abarca todo lo que el hombre hace, comprende todos los conocimientos, costumbres, usos y hábitos propios de la sociedad,
La proyección social de la cultura apunta hacia la acción creativa del hombre, incorporando y recepcionando aquellos elementos que le son significativos de su patrimonio.
Coincidimos con Cembranos, Montesino y Bustelo, (1993) en que una parte importante de la cultura es patrimonio del “inconciente colectivo”, lo que es resultado de una evolución histórica, producto de la relación de las personas con su medio, resulta necesario a partir de aquí trabajar por una “cultura consciente”, que a partir de lo heredado proyecte su realidad social, por ello debe analizar como quieren ser, que conocimientos, saberes y formas se quieren desarrollar.
Ello posibilita que el hombre, partiendo de tradiciones y costumbres auténticas, le aporte constantemente nuevos elementos a la cultura a partir de la realidad social en que se desenvuelve, por lo que su contribución al desarrollo y mantenimiento de la misma se realiza de manera consciente e inconsciente. Este no solo crece con sus propias experiencias, sino también con la herencia cultural de su sociedad e incluso de otras sociedades, pero cada comportamiento individual y colectivo actualiza la cultura y su aporte será mayor cuanto más se proyecte por contribuir a la evolución de la cultura en que se da.
Es por ello que el trabajo sociocultural con individuos, grupos y comunidad debe proyectar la superación de los problemas de la cotidianidad, que con su participación modifiquen los planteamientos y su actuación frente a la realidad cambiante. Esto hace necesario desarrollar una cultura que mueva la conciencia de la gente.
De ahí que el desarrollo de diferentes actividades culturales auténticas contribuye al aumento de la creatividad, la capacidad para generar respuestas, la creación de espacios, la adopción de alternativas de solución a los problemas y asumirlos de manera efectiva. En esta dirección se incrementa el protagonismo de la población, la creación de agentes de cambio, superando modelos asistencialistas de intervención, que ven a la comunidad como objeto receptor de las estructuras y diferentes organismos del estado, es decir la comunidad como objeto receptor de recursos y servicios, vista desde una perspectiva carencial y no reconociendo sus potencialidades internas, sus fortalezas y recursos que pueden ser movilizados.
La búsqueda de solución a los problemas con la participación social de la comunidad no es nueva, es algo que se fue perdiendo a través del tiempo y recuperarla resulta necesario, teniendo en cuenta que nuestro proyecto social se decide en ese espacio, donde las personas realizan su vida cotidiana, en medio de la difícil coyuntura económica social. Por tanto consideramos que la esencia del trabajo sociocultural está en como articular de manera coherente los diferentes factores existentes, en función de dinamizar las diferentes potencialidades.
Los documentos rectores de la política cultural cubana marcan las pautas para el desarrollo de la promoción de la cultura y el rescate de un pasado en el que se dieron intentos por llevar la cultura al pueblo pero que no ocuparon la atención de los distintos gobiernos en nuestro país, por lo que la Revolución enmarcó un rumbo diferentes en este sentido con el apoyo de la población, las instituciones, artistas e intelectuales.
No es posible la acción transformadora del hombre sin tener en cuenta la cultura, ella es un elemento clave para el desarrollo de la actividad comunitaria, es vital tenerla en cuenta a la hora de emprender cualquier estudio social. La cultura como proceso de apropiación y creación de la realidad, tiene en el hombre su principal resultado. Es algo específicamente humano, que se adquiere por herencia y creación dentro de un marco referencial determinado. (Colombres, 1992:16). Constituye el proceso de creación del hombre y de la sociedad. Es imposible el hombre y la sociedad al margen de la cultura. La cultura no es solamente “producto de la actividad”, sino “modo de actividad”. (Guadarrama, 1990:36)
Resulta necesario dejar de interpretar la cultura como un producto acabado, como la acumulación del patrimonio histórico, el conjunto de saberes y conocimientos y comenzar a comprenderla como un proceso, clave para penetrar en los problemas, y las contradicciones de la sociedad. El desarrollo del hombre implica la apropiación de la cultura a través del proceso de creación y transformación de la realidad. La cultura transforma al hombre al esclarecerlo, su carácter civilizador tiene como consecuencia una vida más intensa y más plena.
Asumimos la cultura como el conjunto de valores materiales y espirituales creados y acumulados por el hombre en el proceso de su práctica histórico social y la apropiación por éste del mundo que lo rodea. Tomando el hecho cultural como la construcción social que envuelve la organización, la vida y las interacciones de los grupos humanos y las sociedades en que se inscriben. Responde a un sistema complejo de relaciones productivas y humanas en general. Por ello la cultura posee un espectro amplio que abarca todo lo que el hombre hace, comprende todos los conocimientos, costumbres, usos y hábitos propios de la sociedad,
La proyección social de la cultura apunta hacia la acción creativa del hombre, incorporando y recepcionando aquellos elementos que le son significativos de su patrimonio.
Coincidimos con Cembranos, Montesino y Bustelo, (1993) en que una parte importante de la cultura es patrimonio del “inconciente colectivo”, lo que es resultado de una evolución histórica, producto de la relación de las personas con su medio, resulta necesario a partir de aquí trabajar por una “cultura consciente”, que a partir de lo heredado proyecte su realidad social, por ello debe analizar como quieren ser, que conocimientos, saberes y formas se quieren desarrollar.
Ello posibilita que el hombre, partiendo de tradiciones y costumbres auténticas, le aporte constantemente nuevos elementos a la cultura a partir de la realidad social en que se desenvuelve, por lo que su contribución al desarrollo y mantenimiento de la misma se realiza de manera consciente e inconsciente. Este no solo crece con sus propias experiencias, sino también con la herencia cultural de su sociedad e incluso de otras sociedades, pero cada comportamiento individual y colectivo actualiza la cultura y su aporte será mayor cuanto más se proyecte por contribuir a la evolución de la cultura en que se da.
Es por ello que el trabajo sociocultural con individuos, grupos y comunidad debe proyectar la superación de los problemas de la cotidianidad, que con su participación modifiquen los planteamientos y su actuación frente a la realidad cambiante. Esto hace necesario desarrollar una cultura que mueva la conciencia de la gente.
De ahí que el desarrollo de diferentes actividades culturales auténticas contribuye al aumento de la creatividad, la capacidad para generar respuestas, la creación de espacios, la adopción de alternativas de solución a los problemas y asumirlos de manera efectiva. En esta dirección se incrementa el protagonismo de la población, la creación de agentes de cambio, superando modelos asistencialistas de intervención, que ven a la comunidad como objeto receptor de las estructuras y diferentes organismos del estado, es decir la comunidad como objeto receptor de recursos y servicios, vista desde una perspectiva carencial y no reconociendo sus potencialidades internas, sus fortalezas y recursos que pueden ser movilizados.
La búsqueda de solución a los problemas con la participación social de la comunidad no es nueva, es algo que se fue perdiendo a través del tiempo y recuperarla resulta necesario, teniendo en cuenta que nuestro proyecto social se decide en ese espacio, donde las personas realizan su vida cotidiana, en medio de la difícil coyuntura económica social. Por tanto consideramos que la esencia del trabajo sociocultural está en como articular de manera coherente los diferentes factores existentes, en función de dinamizar las diferentes potencialidades.
Los documentos rectores de la política cultural cubana marcan las pautas para el desarrollo de la promoción de la cultura y el rescate de un pasado en el que se dieron intentos por llevar la cultura al pueblo pero que no ocuparon la atención de los distintos gobiernos en nuestro país, por lo que la Revolución enmarcó un rumbo diferentes en este sentido con el apoyo de la población, las instituciones, artistas e intelectuales.
La política cultural cubana, la promoción de la cultura: sus prioridades.
La política cultural cubana se encamina a promover los valores y expresiones culturales alcanzados en el desarrollo de nuestra cultura, siendo la promoción la acción fundamental para la implementación de esta política, convirtiéndose por tanto en un instrumento indispensable para el desarrollo de la cultura en, desde y fuera de las instituciones culturales.
La promoción de la cultura resulta un concepto abarcador que precisa establecer la relación entre la cultura y la población en función del desarrollo de ambas, mediante la actividad y comunicación, sus fines están encaminados a potenciar la participación de la población sobre todo en aquellos lugares donde no hay una tradición hacia la creación, difusión o circulación y apreciación de los valores culturales y contribuye a la humanización del individuo en tanto mejora su espiritualidad y calidad de vida.
Asumimos la promoción sociocultural como el conjunto de acciones, que integradas de forma coherente, impulsan el desarrollo de la cultura, para alcanzar las metas que permitan acelerar el proceso de desarrollo de la vida espiritual de la sociedad”. (González Fernández- Larrea, y otros, 1994: 11). De ahí que sus acciones principales no solo se relacionen con la divulgación, sino que incluye además, de manera importante, otras como la extensión, la animación, la programación, la conservación y comercialización de los valores y productos culturales, la enseñanza artística, la capacitación y la investigación. Por tanto, la promoción incluye todas las expresiones, valores culturales creados y conservados por el hombre en su actividad social y transformadora de la naturaleza y precisamente la política cultural se encamina a promover estos, siendo este el objetivo esencial de su implementación.
La promoción de la cultura, cumple un poderoso papel persiguiendo que todos los hombres tengan acceso a la cultura incluyendo aquellos que tienen desventajas sociales, que disfruten de una u otra forma de sus expresiones.
Los procesos de creación espontánea, así como la enseñanza dirigida a desarrollar el gusto y asimilación de las mejores expresiones culturales con toda la población requieren de una labor sistemática y organizada, donde se integren instituciones culturales, centros educacionales, especialistas, artistas y público.
Durante los últimos años se han identificado importantes iniciativas que apuntan a formas cualitativamente superiores de desarrollo cultural, dirigidas a la búsqueda de soluciones a los numerosos problemas que afectan la calidad de vida de la población cubana en las comunidades, agudizadas por los embates del período especial y sin obviar las complejas relaciones internacionales en que se desarrolla nuestra vida.
El desarrollo cultural visto no solo como el incremento de instalaciones e instituciones culturales para lograr un mayor acceso de la población a la producción cultural de una “élite de artistas”, sino ampliar la participación de las masas como aspecto esencial de la vida cultural, a partir de que la participación sea activa y conciente y que el público esté presente como espectador culto o como creador pleno. (Colectivo Autores, 1988:29)
Las acciones de la promoción cultural se dirigen a desarrollar y conservar la cultura en los diversos espacios de las comunidades buscando una integración entre los distintos factores para satisfacer las necesidades y motivaciones culturales de sus miembros. Además de manera particular se orienta el trabajo de formación de un “público” que sea capaz de “consumir” lo mejor de la cultura nacional y universal, logrando a su vez una mejor preparación para enfrentar de manera diferente los problemas de la comunidad, pero en el trabajo sociocultural no basta con una actitud de consumo, aspira a formar una personalidad emancipada y por ello productora también de cultura.
Su organización debe ser sistemática, a partir de una determinada infraestructura en coordinación con los organismos y organizaciones políticas y de masas para establecer la adecuada relación cultura – población, apoyar procesos espontáneos de creación, su evolución y desarrollo ulterior y desatar procesos de participación activa y consciente en correspondencia con el desarrollo de la sociedad. Para lograr esto es necesario promover las diferentes experiencias culturales, así como el talento que los hacen posible; hacer participe a la población de una forma u otra en el disfrute de la vida cultural, estudiar y comprobar todos los métodos e iniciativas que contribuyan a lograr que las diferentes expresiones culturales sean asimiladas e incorporadas por la población.
En la actualidad en medio de las múltiples dificultades que enfrenta la Revolución se propone el desarrollo de una cultura general integral en toda la población asumida como línea de la política cultural, el logro de ello implica no solo la reafirmación de los valores culturales nacionales sino la formación de un espectador crítico, activo y más pleno.
Desde estos presupuestos se definen las prioridades de la política cultural cubana en las que destacamos:
- La promoción de una cultura general integral.
- El desarrollo de una programación cultural como la expresión cotidiana de la cultura y la que mide permanentemente la eficacia de los objetivos que se propone el trabajo cultural.
- Conservación y difusión del patrimonio cultural.
- El fomento y estímulo a la creación artístico literaria.
- Respeto y apoyo al protagonismo y creatividad de las comunidades en la conducción de su proceso cultural.
- La formación y superación de los recursos humanos que están involucrados en los procesos culturales,
Dentro de esta última subrayamos la
necesidad de continuar la preparación de los promotores culturales,
quienes facilitan la vida cultural en los territorios, en particular los
Consejos Populares.
Necesidad de continuar la preparación de los promotores culturales.
El promotor cultural, conocedor de los aspectos esenciales de esta política cultural, vela por su cumplimiento y participa en su aplicación a partir de la realización de proyectos de acuerdo a las características del Consejo Popular.
Se plantea que este gestor tiene como función fundamental promover la cultura y en particular las manifestaciones artísticas potenciando la participación de la población en su propio desarrollo cultural, por lo que se concibe un agente de cambio que propicia la dinamización de las potencialidades que existen en ellos y contribuye al fortalecimiento del sentido de pertenencia y de identidad local y nacional, requiriendo siempre de una interrelación e integración con el resto de los actores sociales que de una forma u otra actúan en los mismos.
Teniendo en cuanta todo lo expuesto anteriormente desde hace varios años se ha intensificado la preparación de los promotores culturales a través del desarrollo de diferentes modalidades de capacitación donde las temáticas fundamentales abordadas en el Centro de Superación para la Cultura “Ángel Román González Borrell” (política cultural, promoción cultural y sus acciones, diagnóstico y proyecto sociocultural, programación cultural, promoción de las manifestaciones artísticas, entre otras), ha permitido una reflexión crítica de su accionar a partir de contrastar los presupuestos teóricos y sus prácticas.
Hemos podido constatar a través de los trabajos de curso realizados por los promotores culturales para graduarse de Técnico Medio como Promotor Cultural, en los trabajos finales de las diversas modalidades de capacitación y en talleres realizados con estos especialistas, así como la revisión de documentos (diagnósticos y proyectos socioculturales) que existe un divorcio entre la teoría y la práctica de los promotores en la promoción de la cultura en los Consejos Populares.
Muchos en el cumplimiento de sus funciones no le conceden importancia a la metodología de la investigación sociocultural como herramienta indispensable para la elaboración y ejecución de proyectos que respondan a las necesidades de la población. En sus diagnósticos son descriptivos, carentes de análisis y valoración de los fenómenos culturales que en ella ocurren, lo que lleva al diseño de programas u otras propuestas improvisadas, que pueden ejecutarse en cualquier espacio ya que no aparecen elementos que la particularicen y la promoción de la cultura y en particular las manifestaciones artísticas se convierte en un hecho no cotidiano, lo que nada tiene que ver con los lineamientos de la política cultural.
En la promoción de las manifestaciones artísticas se trabaja fundamentalmente, en el mejor de los casos, los gustos y preferencias, no se valora el estado de la creación, la asimilación, la apreciación y disfrute, en la mayoría de los casos por desconocimiento del promotor.
Es vital que el promotor interiorice que el reto de la promoción artística está en la formación de un receptor activo que establezca comunicación con las obras al interpretarlas, valorarlas y reflexionar sobre ellas; y que ellos de conjunto con los instructores, creadores y artistas desempeñan un papel fundamental, por lo tanto primero que todo necesitan conocimientos sobre las diferentes expresiones artísticas.
Esta problemática de la preparación de los promotores culturales en la promoción del arte y la literatura puede analizarse también a partir del diseño de las diferentes modalidades de capacitación.
En el Año Académico del Centro de Superación para la Cultura “Ángel Román González Borrell” se planifica una acción directa sobre la promoción de las manifestaciones artísticas y solo se incluye como temática en el Curso de habilitación para promotores culturales de nuevo ingreso. En otros cursos dirigidos a la formación de los promotores culturales: Promoción Cultural, Trabajo Comunitario, Animación Sociocultural y Programación Cultural, no se aborda este tema.
La experiencia del Taller de Manifestaciones Artísticas que se imparte en el CPS desde hace tres años nos permite señalar que entre las dificultades principales se encuentra que a pesar de haber aumentado el número de horas aún son insuficiente para abordar todo los temas referidos a las expresiones del arte y la literatura y su promoción si tenemos en cuanta que cada manifestación abarca un conjunto de géneros, tendencias, estilos que hacen de cada una de ellas “áreas de creación donde la pluralidad y complejidad distinguen peculiarmente los productos elaborados” (Martín Rodríguez, 2010), por lo que se requiere de un estudio continúo y sistemático por parte de los promotores.
Además, el intercambio con los promotores culturales que han recibido este taller, nos ha demostrado la necesidad de continuar profundizando sus estudios por otras vías, realizar otras modalidades de capacitación en las que se aborden dimensiones como: la investigativa, la educativa, la política, la creativa y la comunicativa, asimismo desarrollar acciones practicas en los Consejos Populares u otros escenarios que posibiliten ampliar las experiencias.
Con relación al Curso de habilitación para promotores culturales de nuevo ingreso es insuficiente el número de horas que reciben en el tema de las manifestaciones artísticas considerando que son promotores que se inician en esta labor sin experiencia previa por lo que requieren continuar profundizando en esta temática por otras vías.
En las reflexiones realizadas con los promotores culturales y otros especialistas del sistema institucional de la cultura sobre la promoción de las manifestaciones artísticas que se realiza en los Consejos Populares de Santa Clara se ha podido constatar que no hay una coherencia entre lo aprendido y la práctica, que los promotores no sienten la necesidad de continuar y profundizar sus estudios a partir de una búsqueda permanente de conocimientos sobre el arte y la literatura que les permita promover y educar en la apreciación de las manifestaciones artísticas.
Reconocen que dentro de otras causas presentan dificultades para promover las manifestaciones artísticas por desconocimiento de estas.
Si bien es cierto que ellos no tienen dentro de sus funciones la creación artística, está claro que para la labor que realizan sí necesitan conocer de las diferentes expresiones del arte de manera que les posibilite interactuar fluidamente con el público a partir de sus conocimientos.
La promoción de las manifestaciones artísticas es insuficiente si los promotores culturales no conocen la historia, los principales exponentes y las obras de la expresión artística o literaria que promueven, así como el proceso de creación , percepción y promoción de estas, ello en buena medida redundará en la calidad de las actividades que realice.
Una de las prioridades de la política cultural que señalábamos anteriormente lo constituye también la participación de la población en la promoción artística, el fomento del protagonismo y creatividad en la conducción de su proceso cultural, lo que resulta de suma importancia para contribuir a la formación de una cultura general integral en la población y a un desarrollo cultural.
Es vital ampliar la participación de la población como aspecto esencial de la vida cultural, teniendo en cuenta sus intereses y necesidades, y que sea la propia población de conjunto con los promotores la que proyecte y dirija las acciones necesarias para su desarrollo, para ello se precisa de una relación activa que propicie la participación de la población en el disfrute y desarrollo de la vida cultural y la asimilación e incorporación por ésta de las diferentes expresiones artísticas, literarias y culturales en general, debe tener la posibilidad de participar como creadores o “espectadores”, buscando que se conviertan en gestores de su propia cultura. En este sentido el promotor debe convertirse en dinamizador y transformador de los procesos participativos
Una de las causas de que sea insuficiente la participación real y consciente de la población en el diagnóstico, el diseño, implementación y evaluación de proyectos es que los promotores no realizan el diagnóstico participativo, en ocasiones por no saber como hacerlo lo que se constata en los trabajos de curso presentados en el Técnico Medio en Promoción Cultural; constituyendo un reto su preparación en este sentido para minimizar el carácter asistencial y verticalista que se observa en la promoción de la cultura.
La formación en este tema les facilitará promover las manifestaciones artísticas a partir de conocer las características de los Consejos Populares, sus potencialidades y recursos, sus valores patrimoniales, los gustos, intereses y necesidades, los niveles alcanzados en la creación y percepción de la población, el estado real de cada manifestación artística, además de influir positivamente, alentando y estimulando el desarrollo y reproducción de los procesos espontáneos generados por la propia población.
Una de las problemáticas que se presenta en la programación de las actividades de corte artístico en la comunidad es con el balance insuficiente de las distintas manifestaciones artísticas y de diferentes géneros dentro de cada manifestación. En ocasiones esto está dado a que se trabaja solamente con el gusto de la población y no se promueven e introducen otras ofertas que motiven el conocimiento de otras expresiones que pudieran en un momento determinado llegar a ser de su preferencia, de ahí la necesidad que el promotor conozca las características de la comunidad para la cual se realiza la programación es fundamental, así como establecer una estrecha relación entre los mecanismos del trabajo técnico metodológico e investigativo, de tal forma que el proceso de programación responda a las necesidades, gustos, preferencias e incluso a los momentos y lugares de presentación.
El promotor cultural necesita de una preparación que le permita asumir su trabajo en los diferentes espacios, generando acciones que respondan a intereses y motivaciones propias y de la población, fomentando el principio del trabajo sociocultural de partir de sus reales demandas y necesidades y propiciar el auto desarrollo. Hoy una concepción de auto desarrollo conduce a un modelo de sostenibilidad, la cultura requiere de esta idea para enfrentar las disímiles quiebras que en el terreno ideológico presenta la humanidad.
Capacitar a los promotores con esta concepción permite la incorporación de otros y que estos se conviertan en multiplicadores de la promoción cultural.
La realidad es compleja y está siempre cambiando y transformándose, y en esta transformación el hombre interviene de manera consciente o inconsciente mediante su trabajo y sus acciones. Por lo que es importante que el promotor conozca la cultura y las características de la comunidad y las transformaciones que constantemente en ella se operan, se identifique con ella y crea en las posibilidades de su desarrollo y en la conveniencia de preservar los valores más auténticos de la misma.
Necesidad de continuar la preparación de los promotores culturales.
El promotor cultural, conocedor de los aspectos esenciales de esta política cultural, vela por su cumplimiento y participa en su aplicación a partir de la realización de proyectos de acuerdo a las características del Consejo Popular.
Se plantea que este gestor tiene como función fundamental promover la cultura y en particular las manifestaciones artísticas potenciando la participación de la población en su propio desarrollo cultural, por lo que se concibe un agente de cambio que propicia la dinamización de las potencialidades que existen en ellos y contribuye al fortalecimiento del sentido de pertenencia y de identidad local y nacional, requiriendo siempre de una interrelación e integración con el resto de los actores sociales que de una forma u otra actúan en los mismos.
Teniendo en cuanta todo lo expuesto anteriormente desde hace varios años se ha intensificado la preparación de los promotores culturales a través del desarrollo de diferentes modalidades de capacitación donde las temáticas fundamentales abordadas en el Centro de Superación para la Cultura “Ángel Román González Borrell” (política cultural, promoción cultural y sus acciones, diagnóstico y proyecto sociocultural, programación cultural, promoción de las manifestaciones artísticas, entre otras), ha permitido una reflexión crítica de su accionar a partir de contrastar los presupuestos teóricos y sus prácticas.
Hemos podido constatar a través de los trabajos de curso realizados por los promotores culturales para graduarse de Técnico Medio como Promotor Cultural, en los trabajos finales de las diversas modalidades de capacitación y en talleres realizados con estos especialistas, así como la revisión de documentos (diagnósticos y proyectos socioculturales) que existe un divorcio entre la teoría y la práctica de los promotores en la promoción de la cultura en los Consejos Populares.
Muchos en el cumplimiento de sus funciones no le conceden importancia a la metodología de la investigación sociocultural como herramienta indispensable para la elaboración y ejecución de proyectos que respondan a las necesidades de la población. En sus diagnósticos son descriptivos, carentes de análisis y valoración de los fenómenos culturales que en ella ocurren, lo que lleva al diseño de programas u otras propuestas improvisadas, que pueden ejecutarse en cualquier espacio ya que no aparecen elementos que la particularicen y la promoción de la cultura y en particular las manifestaciones artísticas se convierte en un hecho no cotidiano, lo que nada tiene que ver con los lineamientos de la política cultural.
En la promoción de las manifestaciones artísticas se trabaja fundamentalmente, en el mejor de los casos, los gustos y preferencias, no se valora el estado de la creación, la asimilación, la apreciación y disfrute, en la mayoría de los casos por desconocimiento del promotor.
Es vital que el promotor interiorice que el reto de la promoción artística está en la formación de un receptor activo que establezca comunicación con las obras al interpretarlas, valorarlas y reflexionar sobre ellas; y que ellos de conjunto con los instructores, creadores y artistas desempeñan un papel fundamental, por lo tanto primero que todo necesitan conocimientos sobre las diferentes expresiones artísticas.
Esta problemática de la preparación de los promotores culturales en la promoción del arte y la literatura puede analizarse también a partir del diseño de las diferentes modalidades de capacitación.
En el Año Académico del Centro de Superación para la Cultura “Ángel Román González Borrell” se planifica una acción directa sobre la promoción de las manifestaciones artísticas y solo se incluye como temática en el Curso de habilitación para promotores culturales de nuevo ingreso. En otros cursos dirigidos a la formación de los promotores culturales: Promoción Cultural, Trabajo Comunitario, Animación Sociocultural y Programación Cultural, no se aborda este tema.
La experiencia del Taller de Manifestaciones Artísticas que se imparte en el CPS desde hace tres años nos permite señalar que entre las dificultades principales se encuentra que a pesar de haber aumentado el número de horas aún son insuficiente para abordar todo los temas referidos a las expresiones del arte y la literatura y su promoción si tenemos en cuanta que cada manifestación abarca un conjunto de géneros, tendencias, estilos que hacen de cada una de ellas “áreas de creación donde la pluralidad y complejidad distinguen peculiarmente los productos elaborados” (Martín Rodríguez, 2010), por lo que se requiere de un estudio continúo y sistemático por parte de los promotores.
Además, el intercambio con los promotores culturales que han recibido este taller, nos ha demostrado la necesidad de continuar profundizando sus estudios por otras vías, realizar otras modalidades de capacitación en las que se aborden dimensiones como: la investigativa, la educativa, la política, la creativa y la comunicativa, asimismo desarrollar acciones practicas en los Consejos Populares u otros escenarios que posibiliten ampliar las experiencias.
Con relación al Curso de habilitación para promotores culturales de nuevo ingreso es insuficiente el número de horas que reciben en el tema de las manifestaciones artísticas considerando que son promotores que se inician en esta labor sin experiencia previa por lo que requieren continuar profundizando en esta temática por otras vías.
En las reflexiones realizadas con los promotores culturales y otros especialistas del sistema institucional de la cultura sobre la promoción de las manifestaciones artísticas que se realiza en los Consejos Populares de Santa Clara se ha podido constatar que no hay una coherencia entre lo aprendido y la práctica, que los promotores no sienten la necesidad de continuar y profundizar sus estudios a partir de una búsqueda permanente de conocimientos sobre el arte y la literatura que les permita promover y educar en la apreciación de las manifestaciones artísticas.
Reconocen que dentro de otras causas presentan dificultades para promover las manifestaciones artísticas por desconocimiento de estas.
Si bien es cierto que ellos no tienen dentro de sus funciones la creación artística, está claro que para la labor que realizan sí necesitan conocer de las diferentes expresiones del arte de manera que les posibilite interactuar fluidamente con el público a partir de sus conocimientos.
La promoción de las manifestaciones artísticas es insuficiente si los promotores culturales no conocen la historia, los principales exponentes y las obras de la expresión artística o literaria que promueven, así como el proceso de creación , percepción y promoción de estas, ello en buena medida redundará en la calidad de las actividades que realice.
Una de las prioridades de la política cultural que señalábamos anteriormente lo constituye también la participación de la población en la promoción artística, el fomento del protagonismo y creatividad en la conducción de su proceso cultural, lo que resulta de suma importancia para contribuir a la formación de una cultura general integral en la población y a un desarrollo cultural.
Es vital ampliar la participación de la población como aspecto esencial de la vida cultural, teniendo en cuenta sus intereses y necesidades, y que sea la propia población de conjunto con los promotores la que proyecte y dirija las acciones necesarias para su desarrollo, para ello se precisa de una relación activa que propicie la participación de la población en el disfrute y desarrollo de la vida cultural y la asimilación e incorporación por ésta de las diferentes expresiones artísticas, literarias y culturales en general, debe tener la posibilidad de participar como creadores o “espectadores”, buscando que se conviertan en gestores de su propia cultura. En este sentido el promotor debe convertirse en dinamizador y transformador de los procesos participativos
Una de las causas de que sea insuficiente la participación real y consciente de la población en el diagnóstico, el diseño, implementación y evaluación de proyectos es que los promotores no realizan el diagnóstico participativo, en ocasiones por no saber como hacerlo lo que se constata en los trabajos de curso presentados en el Técnico Medio en Promoción Cultural; constituyendo un reto su preparación en este sentido para minimizar el carácter asistencial y verticalista que se observa en la promoción de la cultura.
La formación en este tema les facilitará promover las manifestaciones artísticas a partir de conocer las características de los Consejos Populares, sus potencialidades y recursos, sus valores patrimoniales, los gustos, intereses y necesidades, los niveles alcanzados en la creación y percepción de la población, el estado real de cada manifestación artística, además de influir positivamente, alentando y estimulando el desarrollo y reproducción de los procesos espontáneos generados por la propia población.
Una de las problemáticas que se presenta en la programación de las actividades de corte artístico en la comunidad es con el balance insuficiente de las distintas manifestaciones artísticas y de diferentes géneros dentro de cada manifestación. En ocasiones esto está dado a que se trabaja solamente con el gusto de la población y no se promueven e introducen otras ofertas que motiven el conocimiento de otras expresiones que pudieran en un momento determinado llegar a ser de su preferencia, de ahí la necesidad que el promotor conozca las características de la comunidad para la cual se realiza la programación es fundamental, así como establecer una estrecha relación entre los mecanismos del trabajo técnico metodológico e investigativo, de tal forma que el proceso de programación responda a las necesidades, gustos, preferencias e incluso a los momentos y lugares de presentación.
El promotor cultural necesita de una preparación que le permita asumir su trabajo en los diferentes espacios, generando acciones que respondan a intereses y motivaciones propias y de la población, fomentando el principio del trabajo sociocultural de partir de sus reales demandas y necesidades y propiciar el auto desarrollo. Hoy una concepción de auto desarrollo conduce a un modelo de sostenibilidad, la cultura requiere de esta idea para enfrentar las disímiles quiebras que en el terreno ideológico presenta la humanidad.
Capacitar a los promotores con esta concepción permite la incorporación de otros y que estos se conviertan en multiplicadores de la promoción cultural.
La realidad es compleja y está siempre cambiando y transformándose, y en esta transformación el hombre interviene de manera consciente o inconsciente mediante su trabajo y sus acciones. Por lo que es importante que el promotor conozca la cultura y las características de la comunidad y las transformaciones que constantemente en ella se operan, se identifique con ella y crea en las posibilidades de su desarrollo y en la conveniencia de preservar los valores más auténticos de la misma.
Conclusiones
- Es fundamental partir para el desarrollo del trabajo sociocultural de las prioridades de la Política Cultural, que se relacionan directamente con la Promoción Cultural y la promoción de las manifestaciones artísticas en los diferentes espacios, pero no se ha concientizado su importancia como guía de trabajo.
- La formación y superación constante de los recursos humanos que están involucrados en los procesos socioculturales constituye una prioridad de la política cultural sin embargo aún resulta insuficiente la preparación de los promotores culturales para desarrollar el trabajo sociocultural en los Consejos Populares.
- Entre las dificultades más significativas que manifiestan los promotores culturales resalta la insuficiente preparación para promover las manifestaciones artísticas derivada entre otras causas por un desconocimiento de las mismas.
Bibliografía
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