jueves, 28 de abril de 2022

Educar en el hábito de la lectura, una labor de todos.

Por: María del Carmen Rodríguez Leiva. Bibliotecaria del Centro Provincial de Superación para la Cultura de Villa Clara.

En el año 1998 leí un artículo de la Dra. María Dolores Ortiz referido al fomento del hábito por la lectura desde edades tempranas y la campaña realizada por el país para lograr que Cuba sea uno de los países más cultos del mundo.  Todas las escuelas de las diferentes etapas de la enseñanza cuentan con una biblioteca y una bibliotecaria totalmente capacitada para desempeñar su labor como promotora de la lectura, viéndolo así, nuestros hijos y nietos no tienen problemas en desarrollar esta actividad que los motiva a   buscar la compañía de un buen libro.

A 24 años de leer el trabajo de la destacada profesora e intelectual, descubro con preocupación que no sucede así, en su gran mayoría nuestros niños, adolescentes y jóvenes no leen y lo que es peor nuestras bibliotecarias, no leen.   Tengo dos nietos, uno en la enseñanza secundaria y otra en primaria y en ninguna de las dos se hacen actividades que tengan que ver con el hábito de la lectura. Las bibliotecas han sido transformadas en aulas y las bibliotecarias en recepcionistas o auxiliares pedagógicas, se ha renunciado a la misión para lo cual se prepararon.

Es comprensible y necesario que por la situación presentada en el país con la pandemia de covid-19; las escuelas adopten medidas extremas con relación al distanciamiento, pero esto no significa que las actividades literarias en los centros escolares no se puedan desarrollar en espacios como por ejemplo, bajo un árbol o en un pasillo sin ruidos, para propiciar y despertar el interés por  la lectura y lograr que, niños, jóvenes y adolescentes quieran saciar su curiosidad ante las páginas de un libro.

Con frecuencia oímos decir y es una preocupación que por el desarrollo de los medios de comunicación y el acceso a los audiovisuales, va quedando atrás la palabra escrita e impresa, soporte que va sufriendo una profunda transformación en la medida que avanza la tecnología. Diciendo esto no pretendo negar el desarrollo, amo el libro pero sería feliz al ver que un joven está leyendo en su teléfono una excelente novela o un buen cuento.

El placer de ir a la librería, a la biblioteca, el entusiasmo de asistir a la feria del libro y mirar las novedades, leer la contraportada para saber de qué trata y adquirirlas; no puede quedar en el recuerdo de algo que fue, ese placer es insustituible.

En las casas, las familias jugamos roles muy importantes para despertar el interés por la lectura, no podemos dejarnos vencer por el escaso tiempo. Las labores hogareñas no pueden privarnos del disfrute de la compañía de nuestros pequeños cuando leemos cuentos o poesías, tener el privilegio de mostrarles los libros que deben acompañar su infancia y su vida y hacerlos pasar un rato agradable es una experiencia inolvidable.

Los medios juegan un papel fundamental en esta tarea, estamos invadidos de seriales y novelas con alta agresividad y hemos desechado los clásicos que pueden invitarnos a encontrar su lugar de origen, es decir, novelas o cuentos que como narrativa pueden ser llevados a escena.

Nunca es tarde para comenzar a leer, en estos tiempos de tanto estrés y agobio un buen libro es una gran compañía y calma el espíritu, contagiar a quien nos rodea con la lectura, sentarse a conversar sobre una novela, crear círculos de lectura acompañados de una infusión es una forma de entretenimiento que por un momento nos ayudará a olvidarnos de los problemas que debemos enfrentar cada día.

Según expresa la Dra. Camila Henríquez Ureña: …pero, ¿qué hará el individuo que, ya adulto, desee habituarse a la lectura? (…) ¿puede ser que el que no haya formado temprano el hábito de leer no pueda sentir desde el principio arder la llama del entusiasmo.  No importa, hay que ponerse en contacto con las nuevas obras notables y esperar (…) Debe leer los grandes libros clásicos, que, por serlo, son de todas las épocas y que deben leerse temprano y luego releerse con frecuencia porque, siempre parecen nuevos.  No importa que no se pueda comprender todo en esos libros; cada vez que se leen se encontrará en ellos una nueva luz, y nadie, ni el más sabio de los hombres podrá agotarlos nunca…

Está demostrado que una persona que comienza a leer desde pequeño logra mejor comprensión y adquiere mayores habilidades escriturales que quien nunca ha tomado un libro en sus manos.  Un ejemplo vivo de todo lo relacionado con el libro es José Martí, no solo con la educación y la cultura adquirida, sino que fue para él una ocupación vital; en su testamento a Gonzalo de Quesada, escribió: de los libros, quería conservar los que me servirían “para ganar el pan”, “si vuelvo vivo”.  Esos libros, han sido mi vicio y mi lujo.  Honrando el pensamiento del maestro conservemos el importante lugar del libro en la vida de los hombres y mujeres de hoy y del mañana.

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